En ocasiones, estos materiales pueden causar molestias o incluso enfermedades. Las alergias no son infrecuentes y a veces se deben directamente al equipo de protección que llevan los operarios. Las reacciones cutáneas relacionadas con el uso de guantes de látex, por ejemplo, están muy extendidas entre los profesionales sanitarios. Las consecuencias socioeconómicas de estas enfermedades pueden tener un gran impacto tanto en el trabajador como en la empresa, y a veces requieren ajustes en el puesto de trabajo o incluso la paralización de la actividad.

Dermatitis, urticaria, picores, piel seca, hinchazón, reacciones anafilácticas...  Cuando el uso de EPI empieza a provocar estos síntomas, sólo hay una solución: ¡la exclusión! No del EPI en sí, que es esencial para la seguridad de los trabajadores, sino de los agentes sensibilizantes.

También existen riesgos medioambientales: nanopartículas, nanoplásticos, liberación de toxinas nocivas cuando se exponen al calor, etc. Algunas sustancias químicas tienen inevitablemente un impacto en el medio ambiente. 

- La silicona, por ejemplo, tarda más de 500 años en degradarse. 
- Cuando se incineran, los equipos que contienen PVC emiten COV (compuestos orgánicos volátiles), que se acumulan en el agua, el suelo y la atmósfera. 

Todas ellas son molestias que acaban afectando a los seres humanos, y que cualquier empresa comprometida con un enfoque de Responsabilidad Social Corporativa quiere reducir.